domingo, 3 de noviembre de 2013

EL OTOÑO EN LOS PIRINEOS ATLANTICOS I.


EL BOSQUE DE HAYAS DE BELAGUA.



Como todos los años, entre el Puente del Pilar y el Puente de Todos los Santos dedicamos exclusivamente un fin de semana para perseguir y disfrutar del otoño en los principales bosques del Norte de España y de los Pirineos. Los bosques de hayas se llevan la palma y son siempre nuestro objetivo preferente ya que en la estación otoñal este árbol de hoja caduca viste los bosques y las laderas de las montañas de una variedad de colores que en ocasiones es espectácular.
Este año habíamos pensado en los bosques de hayas del Pirineo francés pero finalmente hemos decidido apostar por lo seguro y nos hemos dirigido al Pirineo Navarro, en el ámbito de influencia de los Pirineos Atlánticos, ya que en esta zona se ubican los principales y más extensos bosques de hayas de España y de todos los Pirineos.


Desde la carretera del Valle del Roncal, la cosa promete.


Nuestras andanzas de este puente comenzaron en el Valle del Roncal, un valle que apenas conozco y que había visitado de pequeño hace muchos, muchísimos años. En nuestra lista de hayedos pendientes de visitar, estaba el hayedo del Rincón de Belagua, que se ubica encima de la localidad navarra de Isaba, justo cuando empieza el puerto que sube hasta la Pierre de St. Martin.






Estos fines de semana el apartado deportivo queda en un segundo plano y nos dedicamos a contemplar tranquilamente los paisajes y los colores del otoño a través de sencillas caminatas mientras le prendemos fuego a la tarjeta de memoria de nuestra cámara de fotos.
En esta ocasión, hemos realizado senderismo en  la ruta circular denominada Mata de Haya-La Dronda que atraviesa el interior del bosque de hayas del Rincón de Belagua. Una ruta de unas 2h de duración que nos permitió contemplar en su pleno esplendor este bosque de hayas del Valle del Roncal desconocido hasta el momento por nosotros.


Precioso pasillo de hayas al comienzo de la ruta de la "Mata de Haya".


El camino sorprende desde el principio ya que comienza por un pasillo de esbeltas hayas por el que apenas pasa la luz hasta convertirse en una senda difuminada por las hojas caidas de los árboles en medio de la espesura del bosque y que sólo se puede seguir gracias a las marcas que hay en los troncos de los árboles.



La senda está  completamente difuminada por el manto de hojas del bosque.


Rincones preciosos.





En esta ocasión pillamos el bosque muy formado y en plena explosión de colores. No siempre tenemos la misma suerte y eso depende de muchos factores: tiene que haber llovido, tiene que hacer frio pero no mucho (las heladas aceleran la caida de las hojas) , no tiene que haber soplado el viento por que tira las hojas al suelo. Unos años se adelanta el otoño, otros se retrasa y en otros estas condiciones duran muy pocos días. Acertar es complicado y más para los que venimos de fuera y que disponemos de pocos fines de semana al año. 

Cromatismo de colores en el límite de los pastos con el hayedo.


Estamos en otoño y las setas abundan: ejemplar de Aminita Muscaria.



La excursión circular se alarga hasta el Dolmen de Arrako pero si queremos visitar el dolmen tendremos que salir del bosque, algo que nosotros descartamos por que hemos venido exclusivamente a disfrutar del hayedo.





Como os de he dicho anteriormente, pillamos el bosque en su punto, en unas condiciones otoñales excepcionales y en una explosión de colores que nos regaló unas estampas naturales espectáculares. Somos conscientes de que estas condiciones no las conseguimos pillar todos los años asi que intentamos disfrutar todo lo que pudimos de esta excursión.



Espectáculares imágenes que pudimos disfrutar en el Hayedo de Belagua: imposible permanecer indiferente ante estos paisajes.




Tras almozar tranquilamente en el área de recreo de Mata de Haya, antes de que se fuera la luz subimos tranquilamente con el coche hasta el Collado de la Pierre de St. Martín, en la frontera francesa con el fin de contemplar desde arriba el espectáculo otoñal del Bosque de Belagua.



Vistas de los hayedos de la cabecera del Roncal desde el puerto que sube a la Pierre de St. Martín.


Los paisajes que contemplamos desde aquí han pasado de ser bonitos y espectáculares para convertirse en un placer para los sentidos. Desde aquí arriba podemos ver como los bosques de hayas que cubren las laderas de la parte superior del Valle del Roncal están literalmente "encendidos", como si estuviesen ardiendo por el fuego, con colores rojizos muy intensos. Es increible lo que es capaz de hacer la naturaleza.


El bosque de hayas "encendido". Fuertes contrastes entre los prados verdes de las montañas y el rojo intenso de las hojas de los árboles, mejor imposible.


Qué espectáculo: el Hayedo de Belagua "encendido" visto de la carretera que sube a la Pierre de St. Martin.


Lo malo de esta época del año es que los días acortan y enseguida se hace de noche, asi que tras "curiosear" un rato por el lado francés de la Pierre de St. Martín, bajamos a la coqueta población de Urzainki, dónde nos alojaremos esa noche pesando que ya hemos echado el fin de semana y que hemos triunfado como la coca-cola. Lo que no sabíamos en ese momento es que los bosques de Belagua y los paisajes que hemos disfrutado iban a ser un pequeño aperitivo, lo bueno de verdad iba a venir al día siguiente, que estamos muy cerca de Ochagavía y hemos decidido ir a Irati. Pero eso será para la próxima entrada, que por hoy ya vale.

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